jueves, noviembre 04, 2004

Tienes un e-mail

Hoy al llegar al trabajo he notado con sorpresa que en la bandeja de entradas de mi correo electrónico oficial sólo había entrado un e-mail. Uno solito. Al principio me alegré, siempre recibo unos 5 o 6 pidiendo soporte técnico para los sistemas instalados en diferentes áreas de la organización, así que "poco trabajo para hoy", pensé. Luego me extrañó leer el nombre del remitente del mensaje, y la verdad es que hasta me he preocupado un poco.

El correo tenía como remitente a Dios. Al abrirlo y leerlo me he llevado una sorpresa. Me ha comunicado que tiene planes para mi. Que me va a transformar en un e-mail y que seré enviado mañana a primera hora desde mi cuenta personal de correo. Que sólo podré tener como destinatario a una sola persona y que por ello debo pensar bien a quien tendré que ir dirigido.

Ni que hablar del texto en cuestión a transmitir. Al ser esta mi última comunicación con alguien en este plano de la realidad el mensaje tendrá que ser algo importante. Esto último lo pensé yo, Dios no me ha dicho nada del mensaje en sí. Por mi parte creo que debo tener que transmitir algo realmente importante, algo que nunca le haya dicho a esta persona que será la destinataria de esta versión final digitalizada de mi mismo.

Le respondo el mail a Dios, le doy el destinatario y el texto del mensaje que deberá imprimir en mi alma al momento de digitalizarme. Después veremos qué ocurre con todo esto. Por lo pronto me pregunto qué me pasará si al llegar a la casilla de ella llego a rebotar porque tiene la capacidad de su cuenta excedida. Ojalá que Dios siga reintentando enviarme por lo menos 72 horas más, no sea cosa de que ella nunca se entere de lo que nunca me atreví a decirle y que yo, por mi parte, termine rebotando para quedar olvidado en mi propia cuenta de correo que ya nunca más podré abrir.

miércoles, noviembre 03, 2004

Ceguera

Hoy me he despertado sin poder ver. Quiero decir, estaba ciego. Como tendré de grabada mi rutina diaria en la cabeza que por un momento no me preocupé tanto por la ceguera sino por el hecho de no poder ver la hora en el display digital del reloj despertador y llegar tarde al trabajo.

Estiré mi brazo hacia la mesa de luz, tomé el despertador, lo puse delante de mis ojos. Nada, no veía nada. Estaba completamente ciego. ¿Será una pesadilla? No, estaba consciente de estar ya bien despierto.

Cerré los ojos fuertemente. Decidí tranquilizarme, pensar en lo que ocurría. ¿Y qué si realmente quedé ciego? ¿Qué haré de mi vida ahora? ¿A qué me podría dedicar?

Obviamente que a los sistemas ya no. No podría desarrollar, diseñar, programar; sólo podría dedicarme a tirar ideas de cómo resolver los problemas, pero es como que no los estaría resolviendo yo mismo. Sería un trabajo de "jefe" pero sin el sueldo de jefe. Y eso de ser jefe no es para mi, no por ahora. No a esta edad. Así que no, seguir dedicándome a los sistemas no.

¿Y qué pasaría con escribir? Supongo que grabaría todo lo que se me ocurriera en un grabador portátil. Luego necesitaría alguien que lo pasase al procesador de textos. Luego se lo haría leer, lo grabaría. Después lo escucharía de nuevo y lo volvería a grabar corrijiéndolo todo. Que complicado sería. Y ya no sería lo mismo. No sería escribir. No en el sentido literal de la palabra "escribir". Sería transmitir algo a alguien para que éste lo escriba. No, eso tampoco sería lo mismo. Tal vez lo hiciese sólo una vez más para terminar de "escribir" un par de cosas que tengo inconclusas, pero eso sería todo. No lo haría más.

Entonces ¿qué haría? Digo, para ganarme la vida por mi mismo. Creo que nada. Sería una carga para mi familia por el resto de mis días. Si fuera un esquimal pediría que me abandonaran en el hielo, en alguna montaña alejada, para dejarme morir allí, solo. Eso hacen los esquimales con sus ancianos cuando éstos ya no pueden funcionar por si mismos. Es algo natural. En esta civilización occidental eso sería considerado como una barbarie (aunque aquí se hace lo mismo pero de otras formas más crueles pero legales, véase asilos). Pero allá en el polo no. Y entonces yo moriría congelado, durmiendo un último sueño para no volver a despertar. Sería una bella forma de morir.

Y bueno... ¿Pero qué hacer entonces?

A ver... Primero creo que estaría casi todo el día en casa. Me gustaría dedicar mucho tiempo a tocar la guitarra por las mañanas. Obviamente tendría que aprender a "moverme" sobre ella ya sin ver, pero eso no sería mayor problema, con el tiempo y la práctica creo que la tocaría muy bien.

También pasaría mucho tiempo meditando, tal vez todo el resto del día. Todo el tiempo que me fuera posible, sí. Esa sería una forma de volver a "ver". No ya con mis ojos, pero sí con mi espíritu saliendo de la prisión oscura de mi cuerpo. Sí, sí... Después de todo esa sería la única forma de volver a ver.

Miré el reloj nuevamente. Ahora marcaba las 6:32. "Oh... Puedo ver los números nuevamente. Ya no estoy más ciego", pensé. El poder ver esos números e interpretarlos me llevó a una conclusión simple y a la vez aterradora: definitivamente estaba llegando tarde a la oficina.