viernes, mayo 05, 2006

El aroma a lavanda

Lo primero que le llamó la atención fue el hecho de que la cabaña estuviera rodeada por aquella extensión de plantas de lavanda. La señora de Gómez fue la encargada de mostrarle el lugar a pesar de que Ana había arreglado los pormenores del arrendamiento por teléfono con el mismo Gómez, pero resultó ser que éste hacía ya un buen tiempo que no salía de la estancia por estar sumido en una gran depresión, o por lo menos eso fue lo que le dijo la mujer al recibirla en la entrada del campo.

- Pase por acá -le dijo la mujerona a Ana invitándola a pasar dentro de la cabaña.
- Permiso -dijo tímidamente Ana mientras entraba en el estar.
- Como verá es amplia, la habitación es aquella puerta de la derecha y el cuarto de baño está al fondo del lado izquierdo.
- Gracias, pareciera estar todo en orden -acotó Ana.
- Cualquier cosa me avisa -dijo la Señora de Gómez encaminándose hacia la puerta.
- Dígame ¿cómo está su marido? -inquirió de pronto Ana- por teléfono su voz denotaba un buen estado de ánimo...
- La verdad es que él no está muy bien, señorita. El tema éste de la plantación es lo que lo tiene mal.
- ¿Se refiere a la plantación de lavanda allí afuera? -inquirió Ana.
- Esa misma, pasa que las plantas ya no son lo que alguna vez fueron. Han perdido la esencia, ¿vio?, el olor.
- ¿Perder el olor? ¿Cómo es eso posible? -preguntó Ana casi en forma retórica.

Al escuchar el tono de voz en que Ana hizo la pregunta la señora de Gómez prefirió evitar contestarle y con un gesto nervioso le señaló la puerta de entrada.

- Mi esposo ha perdido la llave de la puerta -le dijo con voz firme- Espero no le importe, igualmente el campo es seguro, acá nunca pasa nada...
- Entiendo, pero no se preocupe -dijo Ana- ya vivo demasiado encerrada en la ciudad como para tener que encerrarme también cuando estoy de vacaciones.
- Bueno, entonces mejor así señorita, recuerde que a 200 metros de la entrada al campo está la estancia. Cualquier cosa no dude en buscarnos allí.
- Muchas gracias señora, pierda cuidado. Mis saludos a su marido, ojalá se reponga pronto.
- Les serán dados señorita -respondió secamente la mujer antes de salir de la cabaña.

Ana desempacó sus cosas y luego de refrescarse en el baño decidió salir a recorrer el campo. Ya dentro de la plantación se agachó e intentó percibir el olor de las plantas. Nada. Absolutamente inodoras. Inesperadamente un escalofrío recorrió su espina dorsal pero antes de qué pudiera evaluar la sensación notó que detrás suyo había un joven observándola. Parecía ser uno de los peones, ya lo había visto antes al llegar, parado al costado de la tranquera de entrada al campo.

- ¿Por qué estas plantas de lavanda no tienen olor? –indagó Ana.

El joven no contestó. Ana se lo quedó mirando fijamente.

- En las noches cuando levanta el viento sentirá el aroma, pero no importa qué tan fuerte sea éste, no salga de la cabaña. A él no le gusta que nadie ande en la plantación cuando las plantas destilan su perfume. El aroma es sólo para él.
- ¿Del señor Gómez me hablás?
- No. Gómez sabe que no puede hacer nada más.
- ¿Y quién es él?

El joven no respondió y sin más salió corriendo en dirección a la entrada del campo.

Esa misma noche, luego de disfrutar de una frugal cena campestre, Ana tomo un libro y se recostó en uno de los sillones del estar para leer. Hacía algo de calor y no corría nada de aire. Deseó un poco de viento. Habría pasado una media hora cuando las cortinas empezaron a danzar suavemente al son de un aire ya más fresco. Un tenue olor a lavanda invadió el ambiente del estar y logró que Ana levantara su mirada del libro. Lentamente se levantó del sillón y se dirigió hacia la ventana. Al asomarse observó una enorme luna llena iluminando todo el campo, haciendo resplandecer de una forma especial el color púrpura de la plantación.

En un principio dudó en salir por más que el aire fresco se tornaba cada vez más seductor, irresistible, invitándola a que diera una caminata por entre las plantas, pero cuando el olor a lavanda se hizo ya más perceptible, Ana recayó en un extraño estado de sopor que la hizo dejar de lado su precaución inicial para salir de la cabaña y encaminarse rumbo a la plantación. Una vez dentro y ya en cuclillas aspiró aquella esencia embriagadora que despedían los vegetales, fue cuando el aroma a lavanda terminó de llenar sus pulmones que salió súbitamente de aquel estado de sopor que la había poseído y nuevamente sintió ese escalofrío que volvía a recorrerle la espina dorsal. Una vez conciente y ya fuera del hechizo de las plantas aspiró profundamente una vez más pero no percibió aroma alguno en el aire y, asustada, corrió nuevamente hacia la cabaña. Ya dentro del estar esperó tranquilizarse un poco para luego volver a tumbarse en el sillón y así retomar su lectura.

Repentinamente el viento volvió a levantarse pero ya con más intensidad. Las cortinas que antes danzaban lentas ahora se movían frenéticamente. La temperatura descendió de golpe y el aroma a lavanda invadió todos los espacios de la cabaña haciendo el aire casi irrespirable. Ana sólo atinó a llevarse un pañuelo a la nariz y no llegó siquiera a levantarse cuando sintió esa presencia en la puerta de entrada que no paraba de vibrar; lo último que llegó a ver fue como el picaporte descendía lentamente.

14 comentarios:

Anónimo dijo...

Fantástico el nuevo plugin que les has puesto al Power Writer Pro!

Anónimo dijo...

NOOOOOOOOOOOOOOOOO

No quiero que salga nunca de la cabaña!
Deberías haber puesto en vez de lavanda, tomates porque no huelen. Los tomates no huelen: ¿Entiendes?.
No huelen
y ahora : ¿Qué le pasará? ¿Qué???
Venga..

No lo vuelvas hacer!

Por cierto:
¿Te he dicho que eres muy buen escritor? :S

juanba dijo...

Gracias, Eduardo, aunque voy rotando de plugin en plugin para no hacer los posts tan iguales unos de otros...

Estimada Carol, "¿Y qué pasó después?" es la pregunta del millón... Final abierto para los lectores esta vez.

Salutes gente y gracias por pasar.

Anónimo dijo...

Y que pasó...después?...La pregunta inevitable...Final abierto: que pena! no tengo ganas de pensar!...jajaja...
Impecable tu relato. Respiro en paz, ya no pensás tan trágicamente como en Lite up the sky. Un cariño y suerte!

juanba dijo...

Adriana: Gracias, y sí, esta vez el final queda para la imaginación del lector.

En cuanto a "Lite up the sky" el pensamiento o alma del escrito no es trágica, todo lo contario. Tal vez necesites leerlo mirándolo con otros ojos...

Salutes

Anónimo dijo...

adriana no preguntes.
Te diré lo que pasa:

Abre la puerta un chico guapiiisssssiiiisssiiiiimmoooooo que es el que se encarga de mantener la plantación(como un jardinero).
Lleva puesto un traje verde oscuro(pero elegante)/botas a juego/, con una camiseta ajustada que marca sus abdominales(sin ser excesivos).
Entonces ella se desmaya y él la tumba en la cama.. y entonces....

;)

Vamos juanba!
Una segunda parte no estaría mal!!!!!!

un saludo

juanba dijo...

Jajaja... ¡Lo de Malevolia más que una continuación es el inicio de una fantasía sexual!

;P

(Ahora lo que me causó gracia es ¿por qué el jardinero llevaba botas haciendo juego? ¿era un jardinero "fashion" víctima de la moda? Si estaba en el medio de un campo, ¿por qué las botas hacían juego eh? jajajajaja...)

Si querés, Carol, continuá la historia en los subsiguientes comentarios porque, para mi, el relato termina donde lo dejé.

Salutes

Anónimo dijo...

jajjajaja Bueno lo tuyo Malevolia, no imaginé ese final tan acogedor, pero al fin y al cabo quien debe decidir es Juanba sobre el futuro de Ana y el "posible seductor" que, según tu teoría, irrumpe en el cuarto......Besos!!!!

Anónimo dijo...

Juanba: a pedido de tu publico lector...la segunda parte de "Aroma a lavanda" es un hecho inminente que no podés dejar de poner en escena...Pensálo...
El prejuicio de que "segundas partes nunca fueron buenas" en este caso tal vez resulte una falacia...
Saludos.

Anónimo dijo...

Eso, pero recuerda que lo de las botas a juego siempre capta más lectores!

Dos fans te piden una segunda parte!!!!!!

juanba dijo...

Lamento decepcionar a los lectores pero no puede haber una segunda parte para ese relato.

La idea fue desde un principio dejar al lector en suspenso, y parece que lo logré, he ahí lo interesante del relato.

Salutes

Anónimo dijo...

valeeee
No puedo evitarlo!

* dijo...

Wow!
Las lavandas de mi balcón ya no olerán igual a mi percepción.

Le aviso que lo agregué sus blogs en mis links en "de cero" (aunque para ser exacta, debería yo, poner uno en "de cero" y el otro en "mar de fondo" Je!)
Saludos

juanba dijo...

Mar, bienvenida y desde ya muchas gracias por pasar y comentar.

Salues