lunes, marzo 14, 2005

Primer y última canción

Vivo en un quinto piso. Me asomo a la ventana y miro enfrente, hacia el piso de arriba, antes de.

Sexto piso: Conocí a un posible amor imposible. Era hermosa. Era libre. Vivió allí algún tiempo, el suficiente para dejarme mal, para no hacerme comer, para lograr que la tuviera siempre en mi cabeza; intensidad de la primera vez, intensidad y novedad en serio, supongo.

Arriba de mi departamento, ahora. Aburridos libros de química, aunque: todo es química. Mi cerebro ahora está produciendo enzimas y endorfina (pronto), cosas químicas que ni siquiera hoy en día saben exactamente para qué o por qué es que el cerebro las genera. Supongo que la última sustancia que generaré me hará ver el túnel y oír a la gente llamándome: no sé. Quiero pensar que eso no es así por la química y sí por algo que acá nadie sabe con seguridad (sólo existen las distintas formas de fé) ya que nadie volvió para contarlo, ojalá no sea todo aburrida química después de todo. Igual, pronto me enteraré (pero no les contaré de todos modos).

Quinto piso: Un cantante asqueroso. Tenés que estar loco para creerte bueno cantando y aparecer en el peor programa de la televisión local y creértelas más aún. Encima sos un tacaño. Enfrente estoy yo y un hogar algo sucio. Pasa que, bueno, cuatro hombres viviendo juntos no es fácil. Una hoja impresa sobre la mesa huele a triste melodía.

Lo hago.
¿Esto es caer?

Cuarto piso: Ropa interior de mujer de edad media. 40 años. Siempre la misma rutina: llegás del trabajo, prendés la tele, cenás sola, te sacás la ropa y te quedás mirándote en el espejo, ropa interior grande nada sexy. ¿Serás la próxima en hacerlo?

Debajo de mi departamento, ahora. Aburridos libros de leyes. Letra muerta. La moral que hemos ido escribiendo de a poco. Nietzsche se revuelve en su tumba, ya que, esa letra muerta va en contra de su deseo, va en contra de su deseo de ver al hombre más allá del bien y el mal. Pero esa letra muerta es lo que para muchos inadaptados les separa los conceptos de libertad y libertinaje. Lo que acabo de pensar: repentino ataque de esa moral criticada por Federico; bueno, me educaron (y programaron) así.

Tercer piso: Luces encendidas hasta tarde. No alcanzo a recordar quién vive allí en este momento; pasa que todo ocurre tan rápido y estoy pensando que ya falta poco. Miro hacia enfrente: malditas ratas. Haciendo ruido siempre hasta tarde. Bueno, son jóvenes, dentro de 20 años y cuando ya no lo puedan hacer recordarán estos tiempos y sonreirán.

¿Por qué fue que estoy haciendo esto?
¿Sigo cayendo?

Segundo piso: ¿Es que alguna vez dejarán de pelearse? ¿Para qué siguen juntos? Supongo que la gente sólo busca complicarse la vida siempre un poco más, entrar en el conformismo de pensar que todo es así (y se dió así) y ya.

El momento se acerca. Cuestión de segundos, como todo hoy en día. Segundos, sólo segundos, cada vez más rápido todo: sistematizado y automático, yo contribuyo (¿o contribuí?) a eso.

Primer piso: ¿A quién le importa ya? A mi no. No puedo respirar.

Patio interno de planta baja: Los cuervos que habitaban este lugar se han ido ya. Mañana el portero, Bustamante (más de 70 años) tendrá que limpiar el enchastre que estoy a punto de dejar y probablemente después presente su renuncia o lo jubilen, no sé.

Ultimo recuerdo: lo que dejé sobre la mesa, impreso en aquella simple hoja de papel. La letra de mi primer (y dentro de nada) última canción.

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Córdoba, año 1997. Viejos escritos encontrados.
Sí, te lo dedico a vos.

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7 comentarios:

. dijo...

Vértigo. Sangre en el suelo.

Imaginé morir tantas veces.

Dejavù. Como el uncannystrange con el que empecé.
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Ah! Lo de "aburrida química" lo voy a tener en cuenta :P

Adriano dijo...

Patio interno de la planta baja: Bustamante también me ve. Se asusta, siente miedo. Grita. En estado de shock, procede a dar el fatal anuncio.

Primer piso: me elevo y siento que vuelvo a respirar. Algo pasa pero no lo entiendo.

Segundo Piso: Ellos que no paraban de pelearse, ahora se unen para mirar lo que quedó de mí, la sangra derramada por los surcos de aquellos zócalos testigos de mi último momento.

Tercer Piso: Ahora sí recuerdo quiénes vivían allí. Los mercenarios que grababan discos y se quedaban con el vuelto. El líder y su súbdito, más ratas que los animales de enfrente.

Caurto Piso: Las leyes que se queman. Resucita Nietzche y mata al abogado que se despojó de su corbata y afiló sus dientes. Por ahí cerca, la mujer de edad media culmina su cigarro y es la próxima en hacerlo. Allí la veo.

Quinto Piso: Juan, ¿cómo andás?. Yo también lo hice. Y aquí estoy, como vos, resucitando, volviendo a ser lo que era, a contemplar un después caótico, desesperado para los demás.

Sexto Piso: Allí estás. Con tu química y tus fórmulas merodeando por tu mente. Apenas te asomaste por el crital de tu ventana. Abajo, a lo lejos, no viste una persona que sufrió por vos, sino tan sólo un cuerpo con sus órganos ya consumados.

Séptimo Piso: La persiana cerrada. Nunca hubo nadie. Tampoco nada. Ni siquiera ausencia. Frío y tenebroso, un símil de una nada subjetiva.

Octavo Piso: Departamento "D", vecino al mío. Carolina, la simpática minita de sonrisa fácil, ya se muda. Con ella, se marcha una linda historia para mí. Aun te extraño, pero se ve que vos ya no. O quizás todavía te encuentres descendiendo todos estos pisos por mi ausencia. En ese caso, no hay razón para que te mantengas preocupada: el cuerpo de bomberos va camino a rescatarte.

juanba dijo...

Uncanny: No se tome tan a pecho lo de la química.

Adrián: ¡Muy buena la continuación personal de la historia!

Salutes

SkinHead dijo...

juano: Caseros al 300, mediado de los ´90, y si habitaba cada ser en ese edificio...
good time...

Belle dijo...

Allez mélange!

A veces resulta inconcebible la mezcla de personas que viven en un mismo edificio, cómo tantos extraños comparten en un mismo espacio su vida tan extremadamente distinta.
Supongo que de eso trata y se crea toda la fantasía que podemos ver, creer e inventar sobre lo que se ve por aquellas ventanitas.

Chirli dijo...

Me gusto, todo, desde tu descripcion y llegar a conocer tu mundo, hasta tu manera de escribir.

besoss

juanba dijo...

Belle: En efecto, un edificio puede llegar a ser un zoo de especímenes humanos (y yo entre ellos).

Chirli: Gracias por los elogios. El viejo escrito describió alguna vez el mundo en que viví.

Salutes