jueves, junio 22, 2006

Onírico

Todo el mundo tiene sueños. La gente que conozco tiene sueños. Están quienes sueñan con ser escritores, locutores, grandes profesionales en sus áreas. Están los que sueñan un amor para toda la vida y los que sólo añoran tener hijos. Hay quienes sueñan con una casa y otros que tan sólo quieren mudarse a un barrio mejor.

Y cuan quijotescas pueden llegar a ser estas cosas, porque los "sueños" no son más que simples aspiraciones que tienen las personas para rellenar o dar sentido a sus vidas. Claro, no se las llama así tan sencillamente: "aspiraciones", no, se las llama de un modo más romántico pero a la vez ilusorio: "Sueños".

Lo paradójico del caso es que para soñar hace falta estar dormido y yo con lo único que sueño cada vez con más frecuencia es con poder despertar.

martes, junio 20, 2006

Fairy (Microrelato)

- Bueno, hada de los sueños, no se qué hacer.
- Decídete por la que sonría más.

sábado, junio 17, 2006

Música

Búscalo allí, dentro de la superposición de sonidos distorsionados de guitarras y bajo, porque muy dentro de esas densas paredes de ondas sonoras, ruidosas aunque con una armonía claramente detectable para el oído entrenado, se encuentra escondido el mensaje que narra la historia completa de toda la creación.

Si te dejas llevar, cerrando los ojos, y escuchando atentamente, descubirás cómo fue que se inició todo; un código divino yace oculto en esas ondas de sonido, que después de todo no son más que una abstracción físico-matemática, otra de las tantas formas en las que se expresa Dios en este plano.

La primera vez que caí en cuenta de todo esto mi mente se quedó en blanco e inmediatamente me encontré envuelto en una paz indescriptible, más oía la música y menos me lo terminaba de creer, pero así era. El escuchar atentamente me llevó luego a visualizar las fuerzas de la naturaleza dando origen a las distintas formas de vida. Alternando en el ritmo de la música, cuando lento, veía organismos detenidos en un estado de latencia, y cuando éste se aceleraba, los veía ya luchando unos contra otros; mientras que el repiqueteo constante de los tambores de una batería marcaban la cadencia de una sinfonía de corazones latiendo para mantener con vida a todas estas criaturas.

Entre los contrapuntos marcados pude verlas creándose, matándose y alimentándose unas de otras, y es que ya no había tragedia en nada de ello, sólo se estaba ejecutando una partitura orquestada a la perfección, mientras que todo el resto, incluida la humanidad, vibraba entre notas disonantes hacia un final anunciado, una vez más.


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El tema que sirvió de inspiración al post se llama "Mogwai fear Satan", de la excelente banda escocesa Mogwai. Lo pueden encontrar en el disco "Young Team" (1997). Lo sé, la canción es un tema instrumental que dura 16 minutos y tarda en cargar, pero en todo ese tiempo por momentos los elevará varias veces al cielo para luego volverlos a revolcar en la tierra una y otra vez.
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sábado, junio 10, 2006

El mar de la soledad

"Sé que el tiempo nos dejará más lejos, nos marcará el destino la única dirección de las olas, un choque sostenido del agua contra el malecón. No volveremos a sentir nuestros cuerpos temblar sobre el colchón, las caricias se mecerán solas y las caderas se condenarán sumergidas.

En la profundidad del destino, tu piel será la finísima arena blanca que pisamos un día en un sueño y tus manos llenas de corales rojos creerán sujetarme la cintura. Mientras te espero, me peinaré el cabello con conchas de nácar, me desnudaré para ti tantas veces que desaparecerá mi figura al acercarse al agua; cuando la primera ola me llegue, y el agua me empape, sabré que la mandaste tú. Porque también estoy hecha de finísima arena blanca, porque mis labios son salados, porque mis manos son tus manos, y en ellas anidan los peces.

Hoy sé que el tiempo nos dejará mucho más lejos, cada día más; y el destino nos marcará la única dirección de las olas, esas olas que se acercan de vez en cuando. Y aquel choque sostenido del agua, en esta noche frente al malecón, me acercará más a ti. Ese choque me recordará tu nombre, y hoy, en mi soledad, el mar me acompañará."


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El texto en cursiva y entrecomillado que ven arriba no es mío, o por lo menos no está escrito por mi, aunque sí inspirado en algo que alguna vez fluyó desde mi. Y es justo ahí cuando me surge siempre la pregunta: ¿Somos nosotros hacedores de nuestras obras? ¿O será que nosotros sólo somos una mera herramienta operada por una fuerza inspiradora superior? En más de una oportunidad le he comentado a amigos, muchos de ellos lectores de deuxmachine, que hay veces que no reconozco cosas que he escrito como mías, como que hay algo que en ese momento te posee y te hace fluir esos escritos que luego cuando los ves en el tiempo no los reconocés como propios.

En los vedas hindúes, tanto como en textos sufíes, budistas o taoístas, he leído infinidad de veces que nosotros no debemos considerarnos hacedores de nada de lo que hacemos, así como tampoco deberíamos de perseguir un fin material o de reconocimiento al encarar una obra. De esta forma de trabajar desapegadamente siempre surgirán las cosas más útiles y hemosas, sin excepción, así lo afirman decenas de estos milenarios textos que tienen tanto en común entre ellos (uno se sorprende al leerlos y darse cuenta de ello). Y realmente creo que hay mucho de verdad (por no decir todo) allí en todo eso.

El texto de arriba es de
Carol, más conocida por estos lares como la pequeña Malevolia. El relato surgió de una canción mía que fluyó de esa misma forma en que les comentaba en el párrafo anterior me habían surgido algunos textos. Y creo en lo particular que ese hermoso texto, uno de los mejores que he leído de Carol, fluyó de ella de similar manera.

Entonces es así que me pregunto: ¿Dónde empieza y termina lo mío? ¿Dónde es que empieza y termina lo de Carol en todo esto? Creo que no hay principio o final, esto es tanto de los dos como lo es de todos. Yo me inspiré en alguien y en una sensación al componer la canción y las notas fluyeron solas de mi guitarra, Carol se inspiró en la canción y en un sentimiento para que de igual forma fluyeran esas palabras que leen arriba.


¿Es que a acaso no lo podemos ver? No hay límites fijados, no hay fronteras de donde empieza lo mío y termina lo tuyo, porque simplemente no hay mío o tuyo, es la combinación de todos y todo lo que nos hace obrar, producir y crear todo lo que sale de nosotros. El no ver nada como propio nos hace grandes, y es cuando nos damos cuenta de que no hay yo solo ni mío, sino nosotros como uno, siendo todo nuestro.

Pueden escuchar la canción con el sublime relato en la voz de Carol haciendo click en el botón "Play" aquí abajo. Que lo disfuten.



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