lunes, diciembre 29, 2008

Brújula, ancla y destino

En lo revuelto del mar mi barca suele perder el rumbo.

Y es que todos necesitamos una brújula.

Extraviado derivo en la ilusión mayor, actuando en la supuesta lucha del día a día.

Y así voy creando herramientas invisibles. Y así es como voy solucionando problemas que en realidad no existen.

Cubro necesidades ajenas irreales sin pensar mucho en ello, siguiendo el curso del espejismo, estresándome y relajándome, alegrándome y amargándome, dejando atrás cada logro y cada derrota porque nada queda, todo se pierde en la impermanencia de los instantes.

Y no es que nada se pierda en realidad sino que simplemente todo se transforma de una cosa en otra. Todo.

Existe, sin embargo, un maravilloso faro lejano que pareciera estar guiándome en el curso de un nuevo destino.

Y es que todos tenemos un destino.

Y así en la otra orilla estás, esperando. Y así en camino voy, deseando.

Las olas de lo cotidiano hacen tambalear mi nave.

Y es que todos necesitamos un ancla.


Y así sigo a la deriva.

Pero oigo tu voz, tu llamado y siempre retomo el rumbo.

Porque hoy por hoy sos mi brújula, ancla y destino.