jueves, mayo 25, 2006

Down under

A veces me pregunto si soy el único o a más personas les ocurre lo mismo que a mi. Pasa que, como alguna vez te dije, creo haber perdido ya toda capacidad de enojarme, yo no puedo intentar imponer mi punto de vista sobre el tuyo forzándote, la mayoría ha hecho eso con vos pero yo no puedo, y eso no significa que no me importes.

La verdad es que ya no puedo discutir con vos sin luego sentirme muy mal por pensar en que lo que pude haber dicho te puede haber hecho mal aunque sea en lo más mínimo. No soporto ver que te sientas mal. Es por eso que trato de conciliarlo y solucionarlo todo, intento meterme dentro tuyo, porque sé de alguna extraña forma que yo soy vos, y es entonces cuando trato de comprender qué te pasa, para luego, si puedo, tratar de hacerte ver mi punto de vista. Pero vos te encerrás, te resistís a esto, querés quedarte con tu visión de los problemas, porque para vos ya no hay nadie que te entienda, y claro, mucho menos yo.

Ultimamente siento que ya casi nadie en el mundo escucha, todos quieren ganar, hablar ellos y quedarse con la última palabra. Y yo cedo, ya no puedo discutir, pelear, es todo tan tonto, tan absurdo. Todo el mundo se toma las cosas muy a pecho, agravan las situaciones más de lo que son, se pierden en problemas que les parecen insolucionables y yo que ya no veo fatalismo en nada de lo que sucede, sólo veo mentes construyendo prisiones de las que luego no pueden escapar.

El otoño empieza a enfriarse más de la cuenta, así como vos y yo. Ya no me enojo, sólo me ataca una tristeza que no sé como sacarla de mi cada vez que te veo caer y hacerte mal. Y sé que mi tristeza será mayor cuando decida alejarme definitivamente, aunque tal vez esto, a la larga termine siendo lo mejor.