Hay determinados lugares en la ciudad que parecen no haber sido alcanzados por el paso del tiempo. Me refiero a determinadas construcciones, edificios o hasta algunos departamentos construidos hace más de 30 años y que todavía conservan ese “no sé qué”; tal vez sea el olor característico que tienen y que siempre lo sentís y reconocés familiarmente en el aire cuando entras al lugar. Este era el caso de un departamento que un amigo acababa de alquilar.
La dueña del lugar había estado fuera del país, en Europa creo, por no sé cuanto tiempo. Fabián había arrendado el lugar por el bajo precio del alquiler y porque el departamento era realmente grande. Les decía lo del paso del tiempo ya que el lugar estaba íntegramente decorado y amueblado con la funcionalidad, colores y estilo de los años ´70. Todo muy art-deco-pop... muy disco por etiquetarlo de alguna forma.
Al entrar, automáticamente, a cualquiera le parecía retroceder 3 décadas en un instante. El lugar había estado sin alquilar por mucho tiempo y se notaba. Éramos 3. Fabián, el flamante dueño temporal del ph, Gustavo y yo.
- Esto hay que festejarlo, hoy es la gran inauguración de mi nuevo hogar –dijo Fabián.
- Bueno, no exageremos, “gran inauguración”; solamente somos tres –acoté.
- Ya lo sé. No tiene nada de extraño, siempre somos 3 para todo. Vamos al supermercado a por unas bebidas –agregó Fabián.
- Yo los sigo –dijo Gustavo, que hasta entonces había estado muy callado.
En el camino fuimos pensando qué comprar. Apuramos el paso dado que el supermercado cerraría en escasos 10 minutos.
Entramos al lugar repleto de gente, todos haciendo sus compras de última hora. Fabián y Gustavo se dirigieron al sector de las bebidas alcohólicas. Yo los seguía detrás hasta que... ¿Qué me estaba pasando? Me había detenido para mirarla más detenidamente. Disimulé lo más que pude y empecé a leer la parte posterior de una caja de cereales que había agarrado de una de las góndolas. Era realmente hermosa. ¿Qué estoy diciendo? Pero bueno, así fué como ocurrió de todas formas...
Parada delante de mí estaba ella, era una promotora de no sé que producto que tal vez yo nunca fuera a comprar. Sus ojos eran de un verde cautivante aunque tenían un dejo de tristeza, cansancio y hasta de resignación. Se notaba que había estado trabajando todo el día, parada en el mismo lugar, ofreciendo muestras gratis de eso que le pagaban para que promocionase. Vestía la ropa de trabajo con el logo del producto. Las holgadas prendas no ocultaban su belleza, por el contrario. Les decía que tenía este aspecto de cansancio porque ya no sonreía ni decía nada cuando alguien se acercaba, tan sólo se limitaba a dar la muestra gratis de aquella cosa.
Dejé la caja de cereales que había agarrado en la góndola. No podían quitarle la mirada de encima. Tenía una belleza realmente exótica por llamarla de alguna manera. Era cautivante. Yo seguía con mis reflexiones cuando aparecieron Fabián y Gustavo con una botella de Vat 69. Se quedaron mirándome fijamente. Yo seguía mirándola a ella. La cara de sorpresa que pusieron mis amigos cuando finalmente le hablé fue algo de antología.
- Hola, estoy con ellos dos, Fabián y Gustavo –dije señalándolos– Son mis amigos. Vamos a festejar no sé muy bien qué. Disculpá que me haya quedado mirándote de esa manera, pero no lo pude evitar. Nunca hice nada parecido y me muero de vergüenza, por favor no te ofendas pero no puedo irme sin antes preguntarte si no te gustaría venir con nosotros.
La mueca de sorpresa en las caras de mis amigos cambió por una sonrisa cómplice entre los dos. Después me enteré que era porque pensaban que yo la conocía de otro lugar y que les estaba jugando una broma. Pero no era así. De vuelta pusieron la cara de sorpresa cuando oyeron la respuesta de ella.
- Yo tampoco suelo hacer lo mismo, digo lo de salir con personas que no conozco, pero en este caso la respuesta es sí. ¿Por qué no?, ya estoy harta de estar acá y salgo dentro de 5 minutos. Me cambio esta ropa y los encuentro afuera.
Ni Fabián ni Gustavo abrieron la boca. Pasamos por la caja y Fabián pagó la botella de whisky. Salimos del lugar y nos paramos enfrente a esperarla.
- Vos la conocés de algún lado... A mi no me engañás –me dijo Fabián.
- Para nada, sé que les resulta sumamente extraño lo que hice, incluso sé que esa no es mi forma de actuar, ¿cómo voy a hablarle a una mujer que no conozco de esa forma? pero créanme no sé por qué lo hice. La vi ahí parada con aspecto de cansada, vi esos ojos hermosos pero tristes y bueno, no sé, hice lo que hice. Me dio lástima, sentí que lo tenía que hacer.
En realidad no sentí lástima en ningún momento, tal vez ganas de que ella no estuviera allí. Lo que sentí fue atracción, es increíble ya lo sé, no sé como les estoy contando todo esto, pero en fin, eso fue lo que ocurrió.
- Increíble –dijo Gustavo.
- Ya lo sé, pero bueno, lo hecho... hecho está. Es muy linda así que por lo menos van a tener algo que mirar en el transcurso de la noche.
A los 3 minutos salió del lugar cambiada con sus ropas. Llevaba una mochila en la que supuse llevaría sus ropas de trabajo. Llevaba además dos bolsas del supermercado en cada mano, presumí que serían sus compras particulares.
- Vamos acá a dos cuadras. A la casa de él –dije señalándolo a Fabián.
- ¿Y qué es lo que festejan exactamente? –preguntó.
- En realidad es la fiesta de inauguración del nuevo departamento de mi amigo. Es un lugar que parece sacado de una serie de finales de los ‘70 –dije.
- Ahá... Todavía quedan muchos de esos lugares –me dijo mirándome con esos ojos verdes ahora con una mirada más distendida.
- Está amueblado y todo. Todo de los ´70 –dijo Fabián tratando infructuosamente de seguir la conversación con ella.
Pero ella se limitó a sonreír sin ganas y no emitió palabra. Realmente era muy linda. Yo seguía sin entender nada de lo que estaba haciendo y me empezaba a morir de vergüenza por lo que me dirían Fabián y Gustavo cuando estuviéramos a solas. Nunca había hecho algo similar, ni siquiera se me había pasado por la cabeza el hacer algo así.
Llegamos al edificio y al entrar me regaló una de sus más lindas sonrisas. Fabián y Gustavo seguían sin decir nada y supongo que sin entender nada también.
Subimos hasta el dpto. Entramos y Fabián enseguida puso algo de música. Gustavo fue a buscar 4 vasos para el whisky. Nos sentamos en un sofá color crema con almohadones anaranjados. Sonaba Moby de fondo.
- ¿Siempre trabajaste de promotora? –le pregunté.
- Generalmente sí. Aunque también estoy trabajando con una agencia de modelos chica. No grandes cosas, sólo algunos desfiles y algo de publicidad gráfica. ¿Y vos qué hacés de tu vida?
- Estoy estudiando biología –respondí.
- Interesante –agregó.
Los chicos estaban hablando entre ellos no sé de qué. Charlamos algunas naderías más. De pronto vi que quedaba sólo la mitad de la botella de whisky. Cómo pasaba el tiempo. Fue entonces cuando ella se levantó y empezó a bailar sola mirando distraídamente la biblioteca con los libros de mi amigo. Me levanté y empecé a moverme junto a ella. Me miró. Sonrió. Movía su cuerpo al mismo ritmo que yo. Fabián y Gustavo se limitaban a mirarnos y beber.
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Córdoba, año 2000. Viejos escritos encontrados. Ya sé que tengo todo esto muy abandonado, pasa que el laburo me trae mal. Espero que les guste igualmente, digamos que el relato es bastante distinto a lo que usualmente leen por acá.
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5 comentarios:
Distinto si, pero interesante.
Como siempre digo, me gustan las historias urbanas. Por aqui siempre andamos! Salutes!
Sí, Juanba, es distinto, pero ya que he empezado me gustaría saber cómo acaba.
Espero que las cosas empiecen a ir tranquilas en el trabajo (que tú tambien tienes cara de cansado :P)
Panda: Gracias a todos por pasar. Ahora subo la segunda (y última) parte.
Salutes
Cuánta nostalgia se esconde en la belleza de una mujer con ojos apagados, con aspecto de cansada...Qué hermosura emerge en esos casos. Y qué belleza, también, hablar de un tiempo pasado. De una construcción setentosa.
La vida debería de componerse de sucesos como éste. De la ¿casualidad?, una linda historia. Una linda en una historia.
Saludos
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